Cuando nuestros pensamientos se consumen con la preocupación, nos volvemos un faro que alumbra con preocupación el mundo.
Si pensáramos en una oración como una intención que anunciamos al mundo para crear el resultado que deseamos, entonces, cada pensamiento que tenemos es una oración. Esto incluye tanto los pensamientos de preocupación como los pensamientos de esperanza. Todos los pensamientos son una energía creadora sutil. Algunos pensamientos están más enfocados o se repiten más seguido, obteniendo fuerza. Algunos son escritos o hablados, dándoles todavía más poder. Cada pensamiento que tenemos es parte de un proceso donde somos co-creadores de nuestra experiencia y nuestra realidad. Cuando usamos esa energía de manera inconsciente, creamos algo que llamamos profecía autocumplidora. En esencia, cuando nos preocupamos, estamos rezando de manera repetitiva y poniendo nuestra energía en la creación de algo que no queremos. Y no se trata sólo de fe, sino de que movemos de alguna manera nuestra vida, nuestras decisiones y nuestras circunstancias para que se cumpla eso en lo que ponemos nuestro foco.
La buena noticia es que podemos re entrenar nuestras mentes y pensamientos, y enfocar nuestra energía en lo que queremos atraer a nuestras vidas. Dado que la mayor parte de las preocupaciones son repetitivas, nos va a llevar más de un pensamiento positivo contrarrestar lo que ya hemos creado. El antídoto más simple para una preocupación es una afirmación. Cuando nos aferramos a estos pensamientos positivos, los repetimos de manera constante, hablamos y escribimos acerca de ellos, y nos referimos a ellos durante el día, estamos usando nuestra energía para crear resultados positivos. Y lo mismo pasa aquí, no es que sea magia, o sólo una cuestión de fe, es que vamos a tomar decisiones, enfocarnos en cosas y poner las circunstancias para que las cosas que queremos se den. Un paso más allá, es tratar de ver de dónde vienen estas preocupaciones repetitivas, qué patrones o historias estamos siguiendo al pie de la letra que hacen que nos hayamos puesto en esa situación.
Y podemos empezar de inmediato, viéndonos como personas creativas, que usan su energía para crear un mundo maravilloso. Si nos hacemos conscientes de que creamos nuestra experiencia de vida desde nuestro interior, y que al hacerlo, además creamos la energía que nos rodea en el mundo y que hace eco en él, vamos a generar pensamientos de mayor calidad, solos y poco a poco en compañía de los otros. Y al ir creciendo en esto, seremos capaces de agradecer lo bueno de nuestra vida y del mundo.
A veces, la preocupación no viene de nosotros, sino que es alguien que nos ama quien está preocupado, y manda esas oraciones de preocupación a nuestro mundo. Una conversación amorosa para hacerles saber lo que está pasando es una solución sencilla a esto. También, pidiéndoles que piensen cosas buenas para nosotros. Después de todo, la preocupación no le hace bien ni a ellos ni a nosotros. Puede servir explicarles que preocuparse puede ser dañino enérgicamente tanto para ellos como para ti, y que deseándote cosas buenas es mucho más benéfico y mucho más divertido también.
La calidad de nuestros pensamientos determina la calidad de nuestra vida. Es preciso que los observemos y seamos, así como los curadores de los museos, curadores de nuestros pensamientos, eligiendo lo mejor y lo más sano para nosotros.