Cuando lo piensas, la psicoterapia puede sonar a algo extraño: vas a ver a un completo extraño, una o dos veces a la semana, para que te escuche, te haga preguntas y te comparta algunos puntos de vista. Pero es una relación unilateral: sólo tú hablas de ti mismo.
Hay un nivel muy profundo de cercanía, confianza y rapport, que la hace una relación única. Un terapeuta puede sentirse como un amigo (pero no es una relación de amistad), como un familiar (pero no tienen relación consanguínea alguna), o un maestro (pero no hay una relación educativa formal).
Así que es una situación poco usual. Pero de alguna manera funciona. Puede dar consuelo a muchos males psicológicos que conocemos. Es tan efectiva como algunos medicamentos psiquiátricos. Pero la pregunta permanece: ¿qué es lo que hace que este misterioso proceso funcione?
Hay investigaciones que muestran que el factor principal que está en juego es la alianza terapéutica. En otras palabras, el grado en el que te sientas cómodo, conectado y parte de un equipo con tu terapeuta, y esto va a determinar qué tan efectiva va a ser la terapia para ti.
De alguna forma, esto hace sentido. Si vas a terapia y simplemente no haces click con tu terapeuta (sientes que no te entiende, nunca habla, habla mucho, te da demasiados consejos, etc.), entonces el proceso «sufre». Pero la mayoría de las personas no piensan en esta alianza cuando escogen a un terapeuta. Nos ponemos a pensar en el nivel de experiencia, en el género, la edad, el estilo, la orientación teórica… pero todos estos factores no van a importar si no haces química con tu psicoterapeuta.
¿Cómo sabes si haz hecho una buena alianza terapéutica? Bueno, pues te dan ganas de ir a sesión. Sales de sesión con una sensación de que hiciste un buen trabajo o algún progreso. Se te mueven emociones. Es fácil abrirte con tu terapeuta y hablar de ti mismo. Y, tal vez lo más importante, sientes que tu terapeuta te entiende. Y para la tercera o cuarta sesión o entrevista, sientes que se está dando un vínculo.
Muchas veces los pacientes acaban con el terapeuta equivocado. Tal vez sea amable y educado. O esté tratando de ser de ayuda. Pero por alguna razón, no hay una conexión. Y los pacientes guardan la esperanza de que va a mejorar con el tiempo, o se culpan por que la terapia no está yendo como ellos pensaban. Lo que hay que recordar es que no todos los terapeutas son buenos para todas las personas. Tu mejor amigo puede jurar que su terapeuta es lo máximo, pero tal vez para ti no es bueno.
Si estás pensando en ir a terapia, que la alianza terapéutica sea un factor importante. Asegúrate de sentirte cómodo con tu terapeuta, y que la «energía» de su interacción sea buena. Y si no hay esa «química», considera buscar a un terapeuta nuevo. Y si has estado con un terapeuta por mucho tiempo y aún no te sientes cómodo, habla de eso con él o ella, o incluso considera hacer un cambio.
Si te da miedo lastimar los sentimientos de tu terapeuta, no te preocupes. Todos los terapeutas han enfrentado situaciones así en el pasado. Es una parte normal del proceso. Como psicóloga, aliento a mis pacientes, especialmente a los nuevos, a preguntarse cómo se sienten hablando conmigo, ya que en el trabajo que haremos juntos, se tocan temas muy personales y se abren temas que pueden hacerlos sentir vulnerables. Una cosa es que a veces se enojen conmigo o les diga algo que les duela, pero otra es que se sientan lo suficientemente cómodos como para aguantarlo.
El trabajo que se hace dentro de una sesión, es trabajo de dos, y para trabajar juntos, paciente y terapeuta necesitan sentirse bien uno con el otro.
La psicoterapia te permite ser la voz más importante dentro de tu propia mente, a través de la voz de alguien que te escucha desde un vínculo sano y en un espacio seguro.
Eso es una buena alianza terapéutica.
¿Porqué será que la alianza da un espacio para sanar?
¿Qué tiene el vínculo, que permite que la magia de la psicoterapia ocurra?