El juicio nos cierra y es la última palabra, la opinión nos deja el corazón abierto y dispuestos al cambio.
La mayoría de nosotros entendemos que cuando juzgamos a alguien, o alguien nos juzga, es una experiencia emocional negativa. Como resultado, naturalmente queremos evitar ser críticos, pero esto se vuelve confuso cuando sentimos que debemos reprimir los pensamientos que podrían estar, de hecho, dándonos una guía. Por ejemplo, podríamos conocer a una nueva persona y tratar de reprimir un sentimiento negativo acerca de ella, pensando que no queremos caer en la trampa del juicio o la crítica. Aunque más tarde, podría resultar que haber prestado más atención a ese pensamiento, habría ayudado, a nosotros o a alguien más, a cuidarse.
Es importante aprender a distinguir una corazonada u opinión, del juicio, o corremos el resigo de no escuchar nuestra intuición y no permitirnos tener opiniones. Tanto la guía interior como las opiniones nos ayudan a interactuar de una manera más inteligente con el mundo, así que no deberíamos descartarlas por evitar ser críticos. Nuestra intuición normalmente llega de golpe, como un flashazo, y a veces tiene algún componente físico, como una sensación en el estómago, sudor en las manos o un escalofrío. Cuando usamos esta información para ayudarnos a sobrellevar una situación, nos vemos beneficiados. De manera similar, tener una opinión acerca de una persona o una idea nos permite conversar acerca de ello de manera centrada y con intención. Escuchar tu intuición y formarte una opinión son resultados positivos de nuestra habilidad para interpretar la información que llega a nuestra vida.
En cambio, cuando hacemos un juicio, tratamos de tener la última palabra sobre si algo o alguien es bueno o malo. Los juicios o críticas nos cierran en lugar de abrirnos. Las opiniones tienen una cualidad mucho más ligera, y son sujetas a cambio. Una vez que establecimos un juicio no hay espacio a conversar o a consideraciones, mientras que las opiniones nos invitan a poder debatir y platicar. La intuición nos da una guía momento a momento, pero, a diferencia del juicio, no da un decreto final. En otras palabras, es muy sano, e importante, estar abiertos a la información que recibimos y permitirnos procesar esa información. Mientras nos mantengamos abiertos y fluidos, podemos confiar en que no hemos caído en la trampa del juicio.