Ahhh… la motivación: El enigma más grande de todos.
¿Qué nos motiva, y que nos ayuda a mantener ese sentimiento?
Me he preguntado muchas veces qué es lo que da empuje, lo que motiva, el antes y el después de cualquier tipo de éxito. Es muy fácil sentirse emocionado frente a una nueva idea o un nuevo plan y empezarlo si estamos realmente entusiasmados y listos.
Piensa, por ejemplo, cuando empiezas una nueva dieta o programa de ejercicios, o en la explosión de energía que exudas cuando te quieres volver organizado. Deseamos el resultado final, pero ser capaces de mantener esa emoción, la motivación para llegar ahí, es harina de otro costal.
¿Cómo hacerle para mantener la motivación para alcanzar a ver las cosas completadas? Y una vez que llegamos a la meta, ¿cómo nos mantenemos motivados para mantener esos gloriosos resultados de nuestros esfuerzos?
La respuesta tiene que ver con las acciones, antes y después.
El «antes» de la acción es fácil, vemos algo y lo queremos.
Por ejemplo, vemos la imagen de una persona atlética, y podemos pensar «yo me quiero ver así» y ¡pum! el deseo de cambiar está ahí. Cualquier día, podemos tener muchas mini inspiraciones, por ejemplo, «desde hoy, voy a llegar a tiempo», o «voy a limpiar mi casa dos veces a la semana sin falla», o «voy a hacer ejercicio todos los días».
Siempre es muy fácil hacer este tipo de declaraciones. A veces, la motivación viene simplemente de un deseo, o de tener un sueño que puede ser llevado a cabo. Cuando creemos desde el corazón que una meta es alcanzable, nos ponemos en acción y alimentamos esa meta. Pero, la meta debe ser realmente importante. Es difícil que tomemos acción para alcanzar algo que no es tan importante para nosotros.
La parte del «después», mantenernos motivados, viene de la expectativa.
Con la pérdida de peso y el ejercicio (por ejemplo), mantener la motivación viene de la añoranza, y constantemente recordarnos cómo nos sentíamos en algún momento antes de haber cambiado, o de imaginar cómo nos vamos a sentir. Mantenernos en el peso una vez que lo alcanzamos debe ser mucho más importante que cualquier incomodidad o molestia pasajera que sintamos cuando no podemos tener eso que queremos (una rebanada extra de pastel o pizza, por ejemplo). Si pretendemos mantener ese peso extra fuera de nuestra vida, no podemos acostarnos en el sillón a ver la tele todos los días. Siempre se va a requerir acción.
¿Cómo nos autosaboteamos?
Procrastinamos y mentimos.
El cambio no es fácil porque tenemos que perder algo para poder cambiar. No podemos mantenernos en nuestra zona de confort y esperar que nuestras metas se manifiesten mágicamente.
Pero las buenas noticias es que siempre es menos lo que perdemos de lo que nos imaginábamos. Pensemos por ejemplo en los malos hábitos.
Alguien que está tratando de dejar de fumar tiene que hacerse a la idea de que no va a tener su break de cinco minutos para el cigarrito cada hora – gran parte del proceso de dejar un mal hábito es la renuncia emocional, no solo la física. Un cambio saludable nunca es divertido si lo seguimos aplazando, y seguimos mintiéndonos inventando razones por las que nos es imposible hacerlo. Decimos cosas como «el próximo año» o «mañana» o el famoso «el lunes empiezo», incluso cosas más trascendentes como «cuando las cosas estén más tranquilas en el trabajo» o «simplemente es muy difícil para mí».
La motivación tiene mucho que ver con ser capaces de visualizar cómo nos vamos a sentir cuando finalicemos, cuando vamos haciendo los cambios necesarios. No podemos esperar a que llegue la motivación, necesitamos actuar, aunque sea de una manera mínima. La motivación continua muy frecuentemente se alimenta de los resultados. Y no vamos a tener resultados si no estamos actuando.
Primero, haz algo pequeño.
Los pequeños cambios van construyendo el camino para los cambios más grandes.
Antes de dominar un cambio enorme, deberíamos de tratar con algo más chico. Tal vez queremos tomar menos azúcar en el café, una cucharadita en lugar de dos. Tal vez podemos intentar eso durante tres semanas. Después de tres semanas, tal vez ya no se nos antoje esa segunda cucharadita.
Tal vez queremos contar hasta 10 antes de gritarle a nuestros hijos. Tal vez queremos lavar toda la ropa los domingos por la mañana. Tal vez queremos escribir de manera constante o hacer contacto con un cliente potencial al día.
Nuestra habilidad para tomar acción para lograr los grandes cambios, se vuelve más posible y probable cuando vamos acumulando pequeños éxitos.
Recuerda que un poco de decepción es inevitable. Vamos a experimentar el fracaso. Pero el fracaso es una oportunidad para darle un giro a nuestras acciones. Lo que hacemos con la decepción puede marcar la diferencia entre lograr nuestras metas o no.
Algunos de nosotros renunciamos cuando no vemos resultados. Detestamos la lucha diaria que muchas veces es necesaria para avanzar. No hay una manera directa o inmediata de llegar al éxito, para muchos, la búsqueda ni siquiera empieza.
Es bueno recordar que la fortuna favorece a los valientes, y que la acción por sí misma va a hacer camino.
Uso mucho la frase «ay ya supéralo»… me he tenido que decir a mi misma «No me gusta, no estoy cómoda, no lo quiero hacer, pero ya, lo voy a superar y aún así lo voy a hacer», y en esos momentos, cuando tomo acción, a pesar de mis sentimientos, termino sintiéndome feliz de haberlo hecho, y motivada por mis decisiones positivas de cara a mis emociones negativas.
Ojo, esto es en acciones que me lleven a mis metas, no para hacer cosas dañinas para mi.
Decide qué es lo que importa y que tú importas.
La atención y el esfuerzo forman parte de la ecuación de la motivación.
Debemos estar dispuestos a sacrificar tiempo de otras áreas de nuestras vidas para darle a nuestra meta la atención y el esfuerzo que necesita.
Con el ejercicio, normalmente me encuentro satisfecha una vez que terminé. No estoy tan feliz durante la primera media hora, pero un poco después, empiezo a sentir motivación. Mi motivación me mantiene haciendo ejercicio, una vez que ya lo estoy haciendo, no antes de empezar.
Ahora, no todos los días son buenos. Vamos a tener nuestros «momentos humanos», esos en los que queremos renunciar, en estos momentos es importante respirar, superarlo, y simplemente, empezar otra vez. Lento y constante. Nada que valga la pena tener o hacer viene masticadito y en la boca o sin obstáculos.
La motivación se trata de decidir lo que realmente es importante para nosotros, y que lo valemos. Somos lo suficientemente importantes como para hacer cambios. Se trata de vivir nuestra vida al máximo potencial, y amarnos lo suficiente como para hacer el trabajo necesario para poder disfrutar al máximo esta maravillosa vida que es nuestra.
Se trata de dejar ir la «esperanza» y aferrarnos a la acción. Acción, no esperanza, es lo que hace la diferencia.
Si lo ves así, capturar y mantener la motivación es un rompecabezas completo.