No importa cuantas veces experimentes una buena actitud… ya sea tuya o de alguien más… el impacto positivo en tu vida no cambia.
Una buena actitud aumenta nuestras vibraciones, esas que son armónicas, como si tuviéramos una orquesta de buenas emociones y sensaciones perfectamente coordinada por un excelente director.
La mayoría de nosotros tenemos buena actitud temporalmente, sin embargo, hay personas que la irradian de manera permanente y la llevan consigo a través de su experiencia diaria. Cada día. Cada uno de los días de su vida.
Es una manera hermosa de vivir.
Por ejemplo, el indeseable hipo se convierte en una experiencia fugaz. O el tráfico pesadísimo, o un mesero grosero, cualquier evento… con una buena actitud, lo podemos dejar ir, mientras que con una mala actitud podríamos ahogarnos en eso, potencialmente por horas, incluso un día completo, o una semana.
Una buena actitud te hace educado, con buenos modales, mientras que la mala actitud te vuelve grosero. Y la verdad es que los buenos modales, o las buenas maneras, son gratuitos. Decir buenos días o hasta luego, o estar genuinamente interesado en la vida de otra persona, son prioridades para una persona positiva. Mientras que un pensador negativo está demasiado absorto en sí mismo y en su propio sufrimiento.
Es más, cuando escuchas a alguien que tiene una perspectiva positiva, su voz es melódica. Si por el contrario, tiene una actitud negativa, su voz es discordante. Y puede estar acompañado de un tono chirriante que suena a estrés y ansiedad, o ser monótona, o simple y francamente quejumbrosa.
Como sea, es muy notorio cuando estamos expuestas a una actitud buena o mala, se nota lo que pasa en nosotros. Así que lanzo la pregunta ¿Por qué algunas personas deciden tener una mala actitud en bases permanentes? Estoy segura de que se ve reflejado en su calidad de vida casi diario, algunas veces sutilmente y otras de manera severa, así que ¿porqué no hacen nada para cambiarla?
Muchas veces es un comportamiento habitual debido a una regulación emocional inadecuada, que puede deberse a una enfermedad mental, como la depresión o la ansiedad. Sin embargo, esto no es una regla. Las personas con mala actitud no necesariamente tienen una enfermedad mental: tal vez sólo son pesimistas o alguien los arrastró al drama de su vida.
Todos hemos tenido una mala actitud en algún momento, y si nos hacemos conscientes de la experiencia que la acompaña, recordaremos que esa mala actitud nos trajo más sufrimiento.
Así que si sabemos que nuestra mala actitud no sólo hace sufrir a los otros, sino también a nosotros mismos, podemos asumir de manera correcta que hay una razón considerable para quitarla de nuestro paisaje mental.
Pero algunas personas no lo hacen. Continúan teniendo una mala actitud incluso cuando su vida está increíble.
¿Por qué?
Me gustaría pensar que si realmente lo entendieran, implementarían alguna especie de estrategia para superarlo. Además, como ya lo mencioné, podríamos pensar que hay una enfermedad mental detrás de esta conducta disfuncional.
En muchas ocasiones, este estado de sufrimiento surge de alguna especie de trauma infantil o circunstancia traumática. Tal vez los padres no estuvieron cerca lo suficiente, o por el contrario sobreprotegieron y malcriaron, y esa persona no tuvo que trabajar para lograr nada. Tal vez simplemente la mala actitud se aprendió de algún modelo a seguir y por lo tanto es un setting para enfrentar los retos de la vida.
Sin embargo, si puede ser un desorden de personalidad, de conducta o ansiedad, que nos recuerda porqué es importante no juzgar a los otros como si fueran malas personas, sino aceptarlos como personas que aún necesitan evolucionar para poder aceptar sus propias circunstancias y cómo es la vida en general.
En adición a esto, también puede estar relacionado a baja autoestima y bajo valor de sí mismos. O falta de confianza. En general, podría haber expectativas no realistas del mundo también.
Si no abrazamos nuestra experiencia por lo que es, y en lugar de eso hacemos intentos poco realistas por controlarla, una mala actitud normalmente es el complemento perfecto.
En realidad, queremos un cierto resultado porque hemos anclado nuestra felicidad a un resultado particular, y si no lo obtenemos, por supuesto que la vida se va a volver mala, y como consecuencia, la vida de quienes nos rodean se va a volver mala también. Anclar nuestra felicidad a una circunstancia o resultado específico puede ser muy frustrante, es mejor anclar nuestra felicidad a nuestro estado interior.
Con todo esto en mente, sugiero no tener una mala actitud con respecto a la mala actitud de los otros, por el contrario, deberíamos tratar de ayudarlos a ver la vida a través de una lente más positiva.
El efecto más devastador de una mala actitud es que inhibe la experiencia de la maravilla que este mundo. Si estamos muy ocupados perdidos en el ruido que crea el mal humor, nos vamos a perder de las cosas pequeñas que hacen la vida hermosa.
Si, tal vez esté lloviendo y odies la lluvia, pero ¿viste el arcoíris? ¿o la artística manera en la que el agua cae de cierto techo? ¿o al niño que estaba brincando feliz en los charcos?
Yo creo que el niño se la estaba pasando increíble.
Los animales por lo general tienen una buena actitud, podríamos aprender de esa sabiduría natural. Siempre sacan el máximo provecho de sus oportunidades, como el perro que corre en el bosque o la playa como si hubiera estado prisionero toda su vida, el gato que aprovecha para escaparse a media noche y hacer sus travesuras, mi perra que se roba la pechuga de pollo mientras me distraigo en la cocina… simplemente toman lo que hay y son felices.
Así que cuando corresponde a nuestros congéneres, los seres humanos, puedo pensar que la gente feliz no tiene una mala actitud, ¿cómo podrían, si son felices? Por eso mi misión, por eso “Feliz porque sí”, porque no sólo soy yo, no sólo eres tú… lo que somos y la manera en la que actuamos afecta a otros.
Si encontramos nuestro centro, nuestra paz, entonces tendremos por consecuencia buena actitud. Que aunque pueda perderse a ratitos, para ser realmente felices, necesitamos tener esa disposición de vivir todas las experiencias de la vida. Buenas y malas.
Después de todo, diría Celia, la vida es un Carnaval, con altas y bajas emocionales.
Es todo un reto a veces, y hay situaciones que pueden sacar nuestro mal carácter. Si queremos saber lo que de verdad es una buena actitud, necesitamos preguntarnos qué nos pasa bajo presión. Cómo afrontamos lo que no nos gusta.
Claro que la gente tiene buena actitud cuando le pasan cosas buenas, pero cuando están de repente en un momento malo, que despierta respuestas negativas instintivas y espontáneas, es cuando salen nuestros verdaderos colores.
Y no solo eso, cuando estamos fuera de nuestra zona de comfort o a punto de hacer algo en lo que no somos buenos o no nos gusta, nos encontramos con nosotros mismos. ¿podemos de todas maneras disfrutar cuando no somos buenos en lo que estamos haciendo?
Al final del día, si tenemos una buena actitud, si. Si lo vamos a disfrutar. Y lo contrario es igual de cierto, si no la tenemos, pues no. Es así de simple.
Observa tu actitud, y si es necesario, modifícala. Es la única manera de disfrutar. Por eso debemos sonreír y disfrutar todo lo que la vida ofrece.
Ivonne