El género es complicado. Todos tenemos un poco de energía masculina y un poco de energía femenina dentro de nosotros, sin importar nuestro sexo biológico. Es la unión de lo masculino y lo femenino dentro de nosotros lo que nos hace poder realizarnos completamente como seres humanos. No queremos ser muy masculinos o muy femeninos. En lugar de eso, deberíamos de poder reconocer ambos elementos dentro de nuestro corazón y darle poder a as dos fuerzas para sacar lo mejor de nosotros mismos.
Cada uno tiene su fuerza, lo masculino y lo femenino.
Equilibrar lo femenino y lo masculino dentro de nuestra vida es una parte importante de ser felices y encontrar paz mental.
Lo masculino proyecta su fuerza a través de voluntad, convicción y persistencia. La lógica, la planeación y la estructura caen en esta categoría, las maneras de ser que tienen que ver con la rigidez, la disciplina y el control también. Lo masculino es una característica necesaria, es lo que nos da el soporte que necesitamos para el crecimiento balanceado, la estabilidad financiera, la familia, el refugio, la organización. Me gusta imaginar lo masculino como un contenedor de cristal con una forma perfectamente definida. Si este contenedor fuera demasiado grueso o grande, nos volveríamos rígidos y no podríamos fluir; esto lo podemos ver en músculos tensos, problemas digestivos, la atadura a los rencores, el enojo no razonable.
Lo femenino por otro lado, proyecta su fuerza en la sensibilidad, conciencia interior y empatía. Lo femenino es tal vez lo más sutil de nuestra sociedad. Está gobernado por la intuición, la receptividad, los sueños y la emoción. Es el contrabalanceo necesario a lo masculino. Me gusta visualizarlo como esa parte de nosotros mismos que es líquida, que fluye, y que debe ser contenida para que no se disperse. La energía femenina que se dispersa es esa que se ve cuando nos sentimos sin control, sin piso, irritables y solos.
Cuando nos movemos de manera primaria en nuestro lado masculino, podemos sentirnos cansados, estresados, sobre trabajados, o poco evolucionados. Cuando sentimos que trabajamos demasiado, y empezamos a llevar nuestra vida en piloto automático, con mucho en nuestra cabeza y muy poco en nuestro cuerpo, o cuando estamos experimentando falta de intimidad de nuestras vidas, lo más probable es que necesitemos alimentar nuestro lado femenino. En cambio, cuando nos movemos de manera primaria en nuestro lado femenino, podemos sentirnos muy solos y inundados por nuestras emociones.
He pensado mucho en cómo estas diferentes fuerzas se relacionan para permitirnos ser nuestra mejor versión. En mi experiencia, la fuerza masculina es mejor lidiando con el dolor físico y los obstáculos externos, mientras que la fuerza femenina es mejor lidiando con el dolor emocional y los obstáculos internos.
A lo largo de mi vida, he usado ambas formas de fortaleza para sobrevivir. He necesitado de la fuerza masculina cuando he estado enferma, y he tenido que aguantar dolor, la he usado para hacer ejercicio a pesar de que no me gusta, para enfrentarme a personas, o para hacer algún trámite. Y he necesitado mi energía femenina para lidiar con el dolor emocional de las pérdidas, para cuidar mi mente, y para sostener emocionalmente a mi familia, mis amigos o mis pacientes.
Hay ciertos retos que invocan a lo masculino en nosotros, y otros que hacen un llamado a lo femenino. Salir al mundo y empezar una carrera bien podría caer en la categoría de lo masculino, y estar más consciente de las relaciones que establecemos en nuestra vida probablemente caiga en la categoría de lo femenino. Si hay alguien constantemente bulleandonos, entonces las vetas masculinas pueden ser muy útiles para lidiar con esa situación. Si nos sentimos sobrepasados por el estrés en nuestra vida diaria, tal vez tocar nuestro lado femenino a través de la yoga o la espiritualidad sea útil para lidiar con ese obstáculo.
En términos de saber qué hacer, yo sugeriría mantener los ojos bien abiertos. No es que queramos pensar demasiado acerca de lo masculino y lo femenino dentro de nosotros, de esas dos energías, pero si deberíamos involucrarnos en prácticas que cultiven ambas. Por ejemplo, las artes marciales puede ser una gran herramienta para expandir nuestra energía masculina, y leer y llevar un diario son una excelente manera de empoderar la energía femenina. Como sea, hay muchas cosas que podemos hacer. Es cosa de investigar qué es lo que funciona para ti.
Hay algunas cosas que podemos hacer para balancear estas dos partes, lo femenino y lo masculino, el ying y el yang, el Shiva y el Shakti.
Hay que reír mucho, la risa es la forma más alta de espiritualidad. El corazón se abre, la barriga se nos llega nada de oxígeno, y toda nuestra energía se limpia. La risa nos suaviza y nos permite estar más presentes y más receptivos.
Hay que conectar con nuestra propia sensualidad, saber cómo nos gusta que nos toquen, que olores amamos, cuál es nuestra comida favorita, que nos gusta ver, cuál es la música que complace a nuestros oídos. Date a ti mismo este regalo, ir lento y sintiendo.
Conecta con la naturaleza, porque es el ejemplo perfecto de cómo lo masculino y lo femenino conviven en balance. Solo hay que ver a un árbol, esas raíces tan profundas que son parte esencial para su vida porque de otra forma no podría mantenerse en pie. Y en el otro extremo las hojas, bailando, dejándose llevar por el viento, contenidas en las ramas que están contenidas a su vez en la raíces. Todas las partes son igualmente necesarias.
Relaciónate, las relaciones son nuestros más grandes maestros. No perdemos libertad con la relaciones, más bien nos enfocamos, aprendemos de nosotros mismos y nuestros hábitos, nuestros miedos y nuestros deseos, al estar con alguien que nos confronta a todo esto. Estamos hechos para estar conectados con otras personas y servirles de espejo también.
