Amar y aceptar el cuerpo es una labor complicadísima en los tiempos actuales. Se ha discutido mucho de la influencia de los medios, la moda, las vidas aparentemente perfectas de influencers e instagrammers, y las altas expectativas sociales con respecto a lo que menos les pertenece: nuestro cuerpo.
El cuerpo se empieza a volver un lugar ajeno, a los ojos del mundo, donde en lugar de sentirnos en casa, nos sentimos incómodos y observados. Es por esto en parte que se vuelve tan complejo conectar con nuestro propio cuerpo de manera sana.
Pero hay algunas cosas muy sencillas que podemos hacer para amarlo más:
1. Observa a un niño
Observar a un niño y observar su cuerpo es una experiencia esclarecedora para cualquiera, observar la belleza que tiene cada etapa. Las manos y los pies de un recién nacido, la sorpresa de un bebé cuando gatea por primera vez, la voz y sus cambios, la adorable torpeza de los chicos de primaria, el cuerpo suave de los adolescentes… La capacidad de los niños para disfrutar su cuerpo y sus capacidades. Los niños no cuestionan, disfrutan la perfección de su cuerpo y sus cambios a veces bruscos y a veces imperceptibles.
Pensar en la formación del cuerpo es impresionante: de una célula microscópica nacen huesos y sangre, florece un corazón, crecen músculos, grasa, pelo, ojos y dedos. Crecen hasta salir de otro cuerpo para seguir creciendo hasta que dejan de crecer… y aún así, los cuerpos siguen reemplazándose a sí mismos. Nuestro cuerpo es un milagro en movimiento
2. Aprende de la confianza de los árboles
Observa los árboles… sus troncos, gruesos, asoleados, que toman formas únicas e irrepetibles. Perfectamente plantados en la tierra, con raíces extendiéndose de maneras intrincadamente hermosas. Con sus copas flexibles, capaces de moverse con el viento, con cada hoja igualmente única. Creciendo en lugares inhóspitos y en lugares ideales. Alimentándose de la lluvia abundante o de una simple llovizna. Confiando en la vida.
3. Piérdete en las profundidades de tu cuerpo.
Observa tus manos, tus pies. Ve la piel, como es distinta en cada parte de cuerpo, con una función diferente, gruesa en las palmas, delgadísima en los párpados, velluda donde necesitamos protección, lampiña donde necesitamos agarre. Imagina lo que hay debajo de tu piel, las venas, y las intrigantes arañas que forman, llevando y trayendo todo lo que necesitas, y más abajo, tus músculos, pequeños y ágiles, grandes y fuertes, y sumérgete más… hasta los huesos, y más allá, hasta tus células y sus componentes.
4. Haz algo que amaste a los 5 años
Patinar, bailar, correr colina abajo, trepar en algún lugar, tirarte en el piso. Recuerda lo que es disfrutar tu cuerpo y sus capacidades.
5. Haz algo que ya no vayas a poder hacer a los 90
Camina por un bosque oliendo la tierra y las hojas, flota en el mar con los ojos cerrados dejando que el calor del sol te penetre, acomoda los muebles de tu casa como a ti te gusta… Agradece el cuerpo que tienes hoy, ese corazón que hace bum bum bum sin descansar, esos pulmones que mueven tu pecho día y noche sin que tengas que poner atención en ello, disfruta la maquinaria perfecta que es tu cuerpo, la sinfonía de células que eres.
6. Piensa que cuando te mueras, no va a importar cómo te veías a los 15, 26, 42 o 60
Sólo va a importar los recuerdos que tu cuerpo, tan perfecto como es hoy, te dejó crear.