Para esos días difíciles…

Esto es para esos en los que nos duele el corazón, que pulsa furioso, con dolor.

Para esos días en los que nos aguantamos las lágrimas, tratando por todos nuestros medios de mantenernos en pie.

Esto es para esos días en los que nuestra alma se siente pesada, en los que nuestros hombros pesan, y pareciera que están abajo, muy abajo.

Esto es para esos días en los que salir de la cama nos hace sentir como los máximos ganadores, como si solo por poder hacer eso mereciéramos un premio.

Esto es para esos días en los que temblamos de enojo, en los que cualquier cosa nos hace explotar.

Esto es por esos días en los que nos sentimos vacíos, inútiles e invisibles, como un fantasma hambriento.

Si.

Esto es para esos días realmente difíciles.

Esos días que nos hieren, dejándonos desnudos y exhaustos, temblando en la oscuridad.

Esos días en los que lo único que queremos es darnos por vencidos.

Esos días en los que queremos subir muy lejos, realmente lejos.

Pero, no podemos.

No podemos huir. O escondernos. O rendimos.

Porque si lo hacemos, la única persona de la que estaríamos huyendo sería de nosotros mismos.

Dándonos por vencidos.

Escondiéndonos de nosotros mismos.

Así que, si, podemos tratar de escapar e irnos lo más rápido posible cuando las cosas se ponen difíciles.

Pero la cosa es, que cuando más nos necesitamos a nosotros mismos es cuando las cosas se ponen neto difíciles, en esos días terribles.

Quedémonos.

Vamos a aguantarlos hasta el fin.

No necesitamos entender lo que estamos sintiendo.

No necesitamos analizarlo.

Lo único que necesitamos es quedarnos y soportarnos a nosotros mismos.

¿Cómo?

¿Qué podemos hacer?

Podemos ser audaces y sumergirnos directamente en la dureza del día, sintiendo como el agua helada va goteando sobre nuestro corazón, haciendo hermosas figuras de hielo.

Podemos correr directamente hacia nosotros mismos, recibiéndonos con los brazos abiertos, una sonrisa de apoyo y una taza de té.

Podemos comprarle un hermoso ramo de flores a nuestra golpeada alma.

Podemos hacernos un tiempo y llorar 1000 lágrimas cristalinas, para poder ver el cielo claro una vez que esa lluvia de lágrimas saladas haya pasado.

Podemos bañar nuestra alma de burbujas, con olor a lavanda y tomar un profundo suspiro.

Podemos retirarnos por un momento del mundo, meternos debajo de las cobijas, suspirar, gemir, y dejarnos doler.

Podemos preguntarnos a nosotros mismos: «¿qué puedo hacer por ti en este momento?»

Podemos ser muy atrevidos, poner nuestro corazón en la mano y pedirle a un amigo en el que confiemos una dosis extra grande de apoyo.

Podemos acurrucarnos en posición fetal y llorar en nuestros mats de yoga.

Podemos escribir, pintar, cantar y bailar nuestro dolor, nuestro dolor apasionado, nuestro dolor malvado, y expresarlo son barreras, creando arte mágico a partir de nuestra locura.

Podemos escuchar música melancólica y llorar o gritar o temblar hasta que nuestro corazón se sienta aliviado.

Podemos pedirnos ayuda, darnos la mano y apretarla fuerte.

Sí.

Hay mil cosas hermosas que podemos hacer para apoyarnos a nosotros mismos.

Así que hagamos un trato, nunca nos abandonemos, nunca nos abandonemos otra vez.

Nunca.

Porque, si… hay días difíciles. Increíblemente difíciles.

Pero pueden ser sustanciosos también.

Pueden ser transformadores.

Pueden ser hermosos.

Pueden estar llenos de inspiración.

Pueden estar llenos de creatividad.

Pueden ser exactamente lo que necesitamos.

Así que seamos súper rudos y enfrentemos esos días con la frente en alto y nuestro corazón en la mano, bien cuidado.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s