¿Sabías que las personas con inteligencia emocional son más exitosas que las personas con un alto coeficiente intelectual?
Increíble, ¿o no?
La inteligencia emocional ha estado en el reflector durante un buen rato. Se hizo toda una revolución cuando se descubrió que, en esencia, las personas muy inteligentes hacen cosas muy estúpidas. Es una manera de sobre simplificarlo, pero es una de las cosas que pasan y que a partir de 1990 cuando Salovey y Mayer acuñaron el término de inteligencia emocional, mismo que el Dr. Goleman exploró e investigó después, podemos explicarnos de manera más clara.
Salovey y Mayer definieron la inteligencia emocional como una forma de inteligencia social que involucra la habilidad de monitorear los sentimientos propios y de los otros, discriminarlos y usar esta información para guiar nuestros pensamientos y acciones.
La inteligencia emocional es difícil de medir, cosa que no pasa con el coeficiente intelectual. PERO… el coeficiente intelectual no se puede cambiar ni aumentar, y la inteligencia emocional si.
Aquí te digo algunas formas de hacerlo:

Todos tenemos ese amigo, o somos ese amigo, que ha terminado con una pareja para quedarse devastado, con el corazón en el estómago, roto. Sin embargo, buena parte de la relación la pasamos quejándonos de cómo esa persona no era la adecuada para nosotros, y lo infelices que éramos en esa relación.
Para desarrollar una buena inteligencia emocional se necesita desarrollar un amplio vocabulario, para tener la oportunidad de identificar de manera precisa nuestras emociones.
¿Si estábamos devastados? ¿O sólo teníamos el corazón roto?
¿Estábamos rotos? ¿O simplemente decepcionados de haber invertido tanto tiempo en algo que no estaba funcionando?
Darle el nombre equivocado a una emoción nos puede llevar a tomar decisiones irracionales y, en muchos casos, exagerar lo negativo. Si somos capaces de señalar el núcleo de lo que sentimos, le damos claridad y nos empoderamos ante las situaciones difíciles.

No es secreto que a la mayoría de nosotros nos da terror el cambio, y, como bien nos lo han dicho, es lo único constante. Las personas con alta inteligencia emocional entienden que adaptarse es parte de la vida, y que requiere flexibilidad.
Ver el cambio no como un enemigo, sino como un aliado. La alternativa es que el miedo al cambio va a lisiar nuestra felicidad y éxito y nos va a mantener en el sillón, viendo series y repeticiones. Ver cualquier streaming de manera compulsiva es un buen indicador de que estamos evadiendo algo.
Las personas emocionalmente inteligentes tienen un truco que usan en algunas situaciones: se adelantan al cambio para poder manejarlo mejor.
Todos odiamos que nos sorprendan de manera negativa. Tener un plan de acción cuando ves venir un cambio es lo mejor que puedes hacer. Prepararte emocional y mentalmente, y, si el cambio es inesperado, como muchas veces pasa, ser lo suficientemente flexible para movernos junto con la marea en lugar de gastar nuestra energía en pelear en contra del cambio.

Vivimos en una cultura que se ha ido enamorando más y más de la idea de sentirse ofendido, por todo, por cualquier cosa. Las personas emocionalmente inteligentes no se ofenden fácilmente: saben bien quiénes son y en lo que creen.
Cuando tienes auto confianza y eres de mente abierta, desarrollas una «piel más gruesa» y te preocupa menos lo que los demás están haciendo y como podría ofenderte. Te enfocas en lo que debes enfocarte: en ti mismo y en lo que aportas a la sociedad. Además ayuda mucho con el tema de la tolerancia.
No es que nos vayamos a hacer todos los mejores amigos, nos demos las manos y tomemos café juntos diario, pero si podemos por lo menos respetarnos unos a otros.

¿Alguna vez has tratado de sentir gratitud genuinamente y sentirte negativo al mismo tiempo? Es imposible.
Una manera de desarrollar la inteligencia emocional es apreciar las cosas que tienes. No la gratitud superficial, sino el tipo que alimenta tu espíritu con bondad y cosas buenas cuando lo piensas. Hay investigaciones que han encontrado que practicar la gratitud, la gratitud verdadera, disminuye el cortisol, la hormona del estrés. Las personas que hacen una práctica diaria de gratitud son más sanas de manera general.

Todos tenemos un crítico interior, ese al que le gusta decirnos que no somos suficientemente buenos, o inteligentes, o guapos, o exitosos, y un largo etcétera. Esto es, por supuesto, perpetuado por los medios, que nos bombardean de necesidad de perfección y que anuncian lo que deberíamos ser. El Marketing es un regalo y es una maldición.
Para desarrollar una mayor inteligencia emocional, necesitamos silenciar a nuestro crítico interior. Entre más plática negativa tengamos con nosotros mismos, más poder le damos. Entre más poder le demos, más vamos a creerle y nuestras acciones se van a alinear con ese pensamiento.

Tenemos una tendencia autodestructiva de aferrarnos a las cosas que ya no nos sirven y a veces nos encontramos, a veces años después, dándole vueltas a un error que cometimos o quedándonos despiertos pensando en algún detalle.
No me malinterpretes, los errores son vitales. Hay que cometer muchos. Simplemente no creceríamos sin ellos y nadie quiere vivir de manera permanente siendo infantil. Pero la inteligencia emocional alta significa aprender la lección, aplicarla a las nuevas circunstancias, y dejar ir el resto.

Hay personas que son simplemente tóxicas para nuestro bienestar. Es agotador y desmotivante lidiar con este tipo de personas, pero, en un esfuerzo por desarrollar nuestra inteligencia emocional, necesitamos quitarle fuerza a estos encuentros.
Tener una alta inteligencia emocional significa reconocer a estas personas y su comportamiento y permanecer neutrales. Entre más enojo y frustración nos dejemos sentir, menos fructífero será el encuentro, y tal vez la situación lo único que requiera, es que nos retiremos.